Hoy a las 22 h. en Antena 3
La investigación avanza, y Gallardo detiene al líder sindical de C.C.O.O., dando casi por concluido el caso; pero Samuel insiste, hay “algo más”: las marcas de los cortes no indican apuñalamiento por riña. Ana, a escondidas de los demás, le ayuda a investigar.
En la loca carrera por detener delincuentes, Gallardo llega a comisaría con un chorizo de poca monta –“el Mingo”-, quien, sin planearlo ni desearlo, les ayuda a solucionar el caso de asesinato en la fábrica: Samuel tenía razón, no era cuestión de rencillas político sindicales, la causa tenía que ver más con el cambio de los tiempos, más con la reconversión laboral.
Samuel y Ana vuelven tras la pista del padre (José Santos) y descubren que participa de una actividad ilegal para la época. Al día siguiente Samuel va a casa de sus padres e intenta hablar con su madre (Rosa), pero ella no puede ayudarle; llega el padre y le advierte amablemente que se aleje de su familia, que se está metiendo donde no le llaman. Samuel calla, y se marcha.
Samuel (Ernesto Alterio) escucha por la radio un mensaje que interpreta dirigido a él, para que “siga luchando”, pero luego se da cuenta que era sencillamente una retransmisión de una pelea de boxeo, en la que uno de los púgiles se llama como él.
Tras la desilusión, se cree perdido y desorientado, pero un caso policial le vuelve a hacer pensar que “está ahí por algo”: se ha cometido un asesinato por apuñalamiento en una fábrica cuyo edificio es su casa en 2009. Tras la sorpresa inicial, se lo cuenta a Ana, quien hace esfuerzos por creerle.
La fábrica se encuentra en pleno cambio: la reconversión es inminente, y se está despidiendo trabajadores para reemplazarles por máquinas. Ante esto, los nuevos sindicatos (UGT; C.C.O.O) se ponen en pie de guerra, por lo que no es difícil ver un móvil político / laboral en el crimen: el asesinado es el representante del sindicato vertical falangistas, a quien todos sus compañeros odian. Samuel y Gallardo (Antonio Garrido), chocan en métodos de investigación y –sobre todo- en pensar qué ha ocurrido: Gallardo cree que ha sido el líder del sindicato C.C.O.O.; pero a Samuel las piezas no le encajan, ya que en la escena del crimen no hay signos de pelea ni de lucha.
Ana (Manuela Velasco) ayuda a Samuel a vigilar a sus padres: ambos encuentran una familia feliz y una pareja que se ama, lo que agrega incertidumbre a Samuel en su pregunta de porqué su padre les abandonó.
A comisaría llega un inspector jefe rival de Gallardo, de nombre Quintana, quien le dice que si no se pone las pilas en hacer más detenciones, seguramente le degradarán, ya que en la policía “las cosas están cambiando”. Gallardo reacciona y ordena detener “a todo Cristo”, lo que pone de los nervios a Samuel.
Samuel da un paso en el acercamiento con sus padres, y acompaña a su padre a buscar unas fotos familiares. Le pregunta qué tal la vida, y el padre le dice que es muy feliz, y ama a su mujer e hijo. Samuel se queda tocado emocionalmente y sin explicarse cómo es entonces que a los pocos meses el mismo hombre pudo abandonarles.
Tras la desilusión, se cree perdido y desorientado, pero un caso policial le vuelve a hacer pensar que “está ahí por algo”: se ha cometido un asesinato por apuñalamiento en una fábrica cuyo edificio es su casa en 2009. Tras la sorpresa inicial, se lo cuenta a Ana, quien hace esfuerzos por creerle.
La fábrica se encuentra en pleno cambio: la reconversión es inminente, y se está despidiendo trabajadores para reemplazarles por máquinas. Ante esto, los nuevos sindicatos (UGT; C.C.O.O) se ponen en pie de guerra, por lo que no es difícil ver un móvil político / laboral en el crimen: el asesinado es el representante del sindicato vertical falangistas, a quien todos sus compañeros odian. Samuel y Gallardo (Antonio Garrido), chocan en métodos de investigación y –sobre todo- en pensar qué ha ocurrido: Gallardo cree que ha sido el líder del sindicato C.C.O.O.; pero a Samuel las piezas no le encajan, ya que en la escena del crimen no hay signos de pelea ni de lucha.
Ana (Manuela Velasco) ayuda a Samuel a vigilar a sus padres: ambos encuentran una familia feliz y una pareja que se ama, lo que agrega incertidumbre a Samuel en su pregunta de porqué su padre les abandonó.
A comisaría llega un inspector jefe rival de Gallardo, de nombre Quintana, quien le dice que si no se pone las pilas en hacer más detenciones, seguramente le degradarán, ya que en la policía “las cosas están cambiando”. Gallardo reacciona y ordena detener “a todo Cristo”, lo que pone de los nervios a Samuel.
Samuel da un paso en el acercamiento con sus padres, y acompaña a su padre a buscar unas fotos familiares. Le pregunta qué tal la vida, y el padre le dice que es muy feliz, y ama a su mujer e hijo. Samuel se queda tocado emocionalmente y sin explicarse cómo es entonces que a los pocos meses el mismo hombre pudo abandonarles.
La investigación avanza, y Gallardo detiene al líder sindical de C.C.O.O., dando casi por concluido el caso; pero Samuel insiste, hay “algo más”: las marcas de los cortes no indican apuñalamiento por riña. Ana, a escondidas de los demás, le ayuda a investigar.
En la loca carrera por detener delincuentes, Gallardo llega a comisaría con un chorizo de poca monta –“el Mingo”-, quien, sin planearlo ni desearlo, les ayuda a solucionar el caso de asesinato en la fábrica: Samuel tenía razón, no era cuestión de rencillas político sindicales, la causa tenía que ver más con el cambio de los tiempos, más con la reconversión laboral.
Samuel y Ana vuelven tras la pista del padre (José Santos) y descubren que participa de una actividad ilegal para la época. Al día siguiente Samuel va a casa de sus padres e intenta hablar con su madre (Rosa), pero ella no puede ayudarle; llega el padre y le advierte amablemente que se aleje de su familia, que se está metiendo donde no le llaman. Samuel calla, y se marcha.
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